Complementación
de Gilgamesh y Enkidú para llegar a la Humanización
La humanización responde a
una necesidad de complementar los extremos que convergen en la
naturaleza del ser humano, por lo que, el proceso de lograr
establecer un equilibrio en la existencia, puede lograrse a medida
que éstos extremos acorten su distancia y logren asimilarse y
asociarse dentro de la condición del ser. Es así como en la epopeya
de Gilgamesh, se establece esta complementariedad en la relación de
Gilgamesh con Enkidú, seres de naturalezas opuestas, que van a
encontrar su condición humana bajo la influencia directa que ejercen
uno sobre el otro, en el vasto recorrido que juntos emprenderán, y a
través del cual lograrán realizar grandes hazañas, que los harán
afianzar aún más sus lazos de amistad y lealtad.
Por un lado, en la Epopeya,
Tenemos a Gilgamesh, rey de Uruk, a quien se le muestra como un
tirano, altivo y arrogante. Es hijo de Lugalbanda, hijo de Enmerkar,
rey de la primera dinastía de Uruk. Su madre era Ninsún, que era
una Diosa. Gilgamesh era dos tercios Dios y un tercio humano.
Dos tercios divino,/ un tercio
humano/Modeló su cuerpo/la misma diosa Mah./........../Por las
plazas de Uruk/se pavonea./Toro salvaje, se exhibe prepotente,/altiva
la cabeza./¡Enhiesta el arma,/no hay quien se le oponga!/ Con su
pukku, [sin descanzo,]/ mantiene en pie a su tropa,/ y aún en sus
moradas, los hombres de Uruk/viven aterrados./"¡No deja
Gilgamesh/ hijo a su padre./Día y noche/ es un tirano…/¿Tal es
‘el pastor’/ de Uruk-el-Redil?/ ¿Un hombre prepotente,
altivo,/arrogante…?/ No
deja Gilgamesh/ doncella a su madre,/ sea hija de un prócer, o
bien/prometida de un guerrero".(Epopeya de Gilgamesh, Gilgamesh,
el Tirano; Columna I, pag 51 y 52)
La extrema sublimidad casi
divina de Gilgamesh, lo hace no se considerarse humano, y en su
mente no contempla la idea de muerte como una posibilidad real como
para el resto de los seres humanos. Su tiranía lo engrandece y su
prepotencia, lo hace ser temido entre los habitantes de Uruk.
Por otro lado a tenemos a
Enkidú, ser creado por Ururu para ser la contraparte de Gilgamesh.
Enkidú nace como un animal, creció en la estepa, unido por la
naturaleza, de carácter salvaje, no sabía de gente, solo vivía con
las gacelas. Enkidú es seducido por la hieródula Shámhat, quien
impulsado por sus instintos fornicó con ella, siendo este su rito de
humanización, ya que al dejarse llevar por sus impulsos sexuales,
los animales de la manada huían de él, siendo excluido por estos.
Debido a este hecho, Enkidú comienza a construir conciencia y razón,
por lo que finalmente, adquiere el valor para ir en busca de
Gilgamesh.
Shamhat dejó caer su velo,/
le mostró su sexo./ Él gozó su posesión./ Ella no temió,/ gozó
su virilidad./ Ella se desvistió./ Él se echó sobre ella./ Ejerció
ella con el salvaje/ su oficio de hembra./ Él se prodigó en
caricias,/ le hizo el amor./ ¡Seis días y siete noches,/ excitado
Enkidú,/ se derramó en Shámhat/ hasta que se hubo/ saciado de
gozarla! (La Epopeya de Gilgamesh, Enkidú el salvaje, Columna IV,
versos 160 a 165, pagina 60)
Cuanto más se acerquen estos
polos, mayor será la posibilidad de crear un equilibrio entre los
seres. Es por esto, que Gilgamesh al forjar lazos de amistad con
Enkidú, logra perder su arrogancia, comenzando un proceso de
humanización que lo hace dejar atrás su tiranía.
Ambos demostrando distintos
tipos de fuerzas, explican lo antagónico, pero complementan a lo que
representan, se van retroalimentando, y van humanizándose
constantemente el uno al otro. Enkidú vive el proceso en primer
lugar, en el momento en que fornicó con hieródula, siendo este su
“rito” de inicio a la humanización, dando clara evidencia al
final de su vida, cuando se da cuenta de su condición humana al
asumir que morirá. Se preocupa de cómo va a morir, siendo que en su
condición de animal salvaje, cuando se crió en la estepa, jamás
hubiese pensado en el real significado que la muerte podía tener.
Por otra parte, para Gilgamesh, la muerte de su amigo Enkidú, marca
un cambio crucial en su vida, ya que de ahí en adelante logrará
asumir su condición humana, y por ende, mortal.
Por su amigo, Enkidú,/
Gilgamesh/ lloraba amargamente y erraba/ por la estepa./"¿No
moriré acaso yo también/ como Enkidú?/ Me ha entrado en el vientre
/ la ansiedad./ Aterrado por la muerte,/ vago por la estepa./ Para
encontrar a Utanapíshtim,/hijo de Ubartutu,/emprendo ya deprisa/el
camino.(La Epopeya de Gilgamesh, En Pos de la Inmortalidad, Tablilla
IX, Columna I, pagina 137.)
Aristóteles decía que, la
persona que no habita dentro de los límites humanos o es una bestia
o es un Dios. Se superpone la imagen que él define como fuera de los
límites de lo humano el ámbito de la divinidad y en el otro
extremo el de la animalidad. Los Dioses se diferencian de los humanos
por su inmortalidad, para estos seres, la muerte es un imposible. Por
otro lado los animales, carecen de carecen de conciencia de muerte,
para ellos, la muerte es un impensable. Frente a ese imposible, y ese
impensable, el ser humano es consciente de su muerte. Esta conciencia
es lo que marca el límite de lo humano, lo divino y lo animal.
Llevándolo al caso de Gilgamesh, creía que al ser un semidiós,
era inmortal. Para él era algo imposible, pero al presenciar la
muerte de su amigo Enkidú, es consciente ella, llevándolo a
plantearse el tema de la muerte y sobre todo a temerle. En el caso de
Enkidú, al estar en un estado primitivo y animal, no era consciente
de la muerte, su estado de irracionalidad no lo hacía capaz de
entender que algún día moriría. Después de fornicar con Shámhat,
pasa a un estado de humanización, que al final se aprecia en su
muerte.
Gilgamesh, va en búsqueda de
la inmortalidad más tangible, la del cuerpo. Por eso, decide
emprender una búsqueda incansable para conseguir la inmortalidad;
del mismo modo que otro mortal, el lejano Upnapishtl, la encontró:
por medio de los dioses. Durante esta travesía, donde
se encuentra con decepciones y desalientos, que lo convierten en un
hombre consumido por la tristeza
Gilgamesh es la representación
de la esencia del hombre, ya que posee virtudes, temores, ambiciones
y falencias, que todo ser humano posee. Durante el relato, se pueden
observar las emociones poderosas, como el amor que sentían Gilgamesh
y Enkidú en su amistad, el dolor de una perdida en manos de la
muerte, la venganza de los dioses al ver las gloriosas hazañas de
los dos amigos, la desesperación de Gilgamesh al alcanzar la
inmortalidad, que para él era algo inalcanzable, el temor a la
muerte, y por último el consuelo que siente Gilgamesh al llegar a su
ciudad amada. Comprendiendo temas que han sido grandes interrogantes
en la historia de la evolución del ser humano, siendo estas el
significado de la vida, el temor a la muerte, y la busca de la
inmortalidad.
En conclusión, se puede
determinar que los instintos de los personajes Gilgamesh y Enkidú
nos llevan a un estado de equilibrio entre lo divino y lo natural, un
estado que está entre lo supremo y lo animal que todo ser humano
tiene. Vemos que Gilgamesh baja su altives de semidiós y de tirano
pasando a ser un ser temeroso, pasional, llenándose de sentimientos
humanos. Por otro lado, Enkidú pasa de una posición irracional a
una racional y emocional.
Los dos personajes se
necesitan el uno al otro, ya que jamás habrían alcanzado el estado
de humanización sin la complementación de ambos.
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